10 Razones para usar Sábila (Aloe Vera)

Su nombre científico es Aloe Vera y es una planta que posee innumerables propiedades regenerativas, curativas, humectantes, lubricantes y nutritivas. El Aloe Vera es por excelencia una planta medicinal. Muy conocida en México con el nombre de Sabila llamada "la planta de la salud y de la belleza" tiene su uso documentado desde la epoca del antiguo Egipto, con pasajes en la Biblia y en antiguos documentos Fenicios


Innumerables y reconocidas instituciones científicas y pedagogijas, como el Instituto de Ciencias y Medicina Linus Pauling, de Palo Alto, California; Instituto Weisman de Israel; Universidad de Oklahoma; y otros, han efectuado estudios formales sobre el Aloe Vera. Apoyados por pruebas de laboratorio y experiencias químicas, mencionan las siguientes propiedades:leer mas :

BOCASHI


Bocashi” es una palabra japonesa, que significa materia orgánica fermentada. En buenas condiciones de humedad y temperatura, los microorganismos comienzan a descomponer la fracción más simple del material orgánico, como son los azúcares, almidones y proteínas, liberando sus nutrientes


Insumos que se requieren:


1. 2 bultos de rastrojo o de cualquier residuo de cosecha: tamo, bagazo de caña, pasto, etc. También se puede reemplazar con cascarilla de arroz. El material que se utilice debe estar bien seco y picado.

2. 2 bultos de boñiga fresca.

3. 2 bultos de tierra cernida de la finca.

4. 1 bulto de carbón vegetal quebrado en partículas pequeñas.

5. 5 kilos de salvado de cualquier cereal: trigo, maíz o arroz. También se puede utilizar el afrecho de arroz.

6. 5 kilos de ceniza de fogón o de cal agrícola o de cal dolomita.

7. 5 kilos de tierra virgen de bosque nativo (suelo de capote).

8. 4 kilos de melaza. Se puede utilizar 8 litros de miel de purga o de jugo de caña.

9. 200 gramos de levadura granulada para pan.

Agua. La cantidad depende de la (prueba del puño).

ELABORACIÓN Y RECOMENDACIONES
Empezamos mezclando el material vegetal (bagazo, tamo, cascarilla, pasto, etc.) con la boñiga, luego le revolvemos la tierra cernida, siempre procurando que todo quede muy bien mezclado. Después seguimos el orden enumerado en la lista de arriba.

El montón se debe elaborar y mantener en un sitio cubierto, donde no lo afecte la lluvia, el viento o los rayos solares. De no controlar estos factores, se afecta la calidad final del abono e incluso se llega paralizar la fermentación.

L a melaza se desata en agua, ojala caliente, y ahí mismo se revuelve con la levadura. Cuando el montón queda listo, se le aplica esta mezcla, en la medida que lo vamos volteando.


Durante los primeros días, el montón se tapa con costales o con cualquier material permeable que permita el intercambio gaseoso. Nunca se debe cubrir con plástico ya que el vapor se condensa en forma de agua, impidiendo una adecuada fermentación.

El volteo se realiza dos veces por día, una vez por la mañana y otra vez por la tarde, durante los 4 o 5 días iniciales, los siguientes 10 días se voltea una vez por día. Esto es indispensable hacerlo así para controlarle la temperatura de fermentación. Podemos chequear la temperatura utilizando un termómetro de punzó. Con el volteo impedimos que la temperatura sobrepase los 50 ºC.

La pila de abono puede tener una altura de 50 a 60 cms. A medida que pasan los días, la altura se va bajando gradualmente, extendiendo el montón hasta lograr una altura de 20 cms. Sabemos que el abono está listo porque su temperatura es igual a la temperatura ambiente, su color es grisáceo, queda seco y de consistencia polvosa. Lo ideal es utilizarlo inmediatamente pero se puede empacar en costales y guardarlo hasta por 2 meses.

Es importante no descuidar tanto la humedad como la temperatura, porque la actividad microbiológica puede perjudicarse por la falta de oxigenación o por un exceso de humedad.

Cuando ya tengamos experiencia acumulada en la elaboración del abono Bocashi, seleccionamos una buena cantidad del mejor abono que hayamos producido para utilizarlo como “semilla” o sea, como la principal fuente de inoculación, acompañada de una determinada cantidad de levadura. De esta manera eliminamos el uso de la tierra de bosque nativo y el uso de carbón vegetal, para evitar consecuencias graves por el deterioro de los bosques.

COMO SE UTILIZA EL ABONO ORGÁNICO BOCASHI


1. En los semilleros se puede mezclar con tierra cernida y con carbón vegetal pulverizado en proporción de 60% a 90% de tierra y 40% a 10% de bocashi.

2. Abonado directo en la base del hoyo donde se coloca la planta, una vez que se trasplanté, teniendo cuidado de cubrir el bocashi con un poco de tierra para que la raíz de la planta no quede en contacto directo con el abono ya que así se puede quemar.

3. Abonado a los lados de las plantas. Este sistema sirve para hacerle una segunda y tercera abonada de mantenimiento a los cultivos

4. Abonado directo a los surcos donde se irá a establecer el cultivo que se quiere sembrar. Independientemente de la forma como lo utilicemos, el Bocashi siempre se debe cubrir con tierra para que no se pierda y así obtener mejores resultados.

5. Algunas dosis sugeridas:

-hortalizas de hojas > de 10 a 30 gramos, en la base.

-hortalizas de tubérculo o que forman cabeza >hasta 80 gramos.

-Tomate y pimentón > de 100 a 120 gramos.

- Pastos de corte > de 1 a 5 kg. Por m2

-En hortalizas de ciclo corto (Ej. rábano), con una sola aplicación es suficiente. En especies semestrales podemos hacer 2 aplicaciones, máximo tres. No perdamos de vista que la dosis a aplicar no es algo fijo, depende de la fertilidad original del suelo donde vamos a cultivar, del clima imperante y de las necesidades específicas de nutrición del cultivo que tengamos. Por eso es muy importante que con creatividad e iniciativa, nosotros mismos experimentemos hasta determinar lo que es más apropiado.


Los pesticidas agrícolas pueden reducir la inteligencia


INVESTIGACIÓN | Estudios en Nueva York y California

La exposición a insecticidas organofosforados, que suelen usarse como plaguicidas en agricultura, puede tener un efecto nocivo sobre el desarrollo de la inteligencia, según muestran tres estudios realizados en la Nueva York y en áreas rurales de California (EEUU).
Los niños cuyas madres presentaban más trazas de estos productos durante el embarazo obtienen ahora, como media, peores resultados en los tests que miden el cociente intelectual u otras pruebas similares, como las que evalúan la memoria o el razonamiento perceptivo (habilidades no lingüísticas).
Las tres investigaciones, que se presentan en la revista 'Environmental Health Perspectives', son las primeras en seguir durante años a niños que fueron expuestos en su gestación a los compuestos tóxicos del pesticida. Todas ellas han coincidido en resaltar los efectos negativos que puede tener sobre el desarrollo cognitivo de los niños.
Los insecticidas organofosforados, como el clorpirifós o el diazidón, se emplean habitualmente para proteger cultivos agrícolas, tanto en EEUU como en otros lugares del mundo, incluida España. En EEUU, además, fueron ampliamente utilizados como pesticidas domésticos antes de 2001, cuando fueron prohibidos para este uso.


Residuos en los alimentos

La exposición prenatal registrada en estos niños fue anterior a dicha prohibición, pero el contacto con las sustancias perjudiciales puede producirse también a través del consumo de alimentos en cuyos cultivos se hayan usado pesticidas organofosforados. "Sospechamos que la exposición se debe principalmente a los residuos de pesticida en los alimentos, aunque también podría provenir del ambiente y los hogares de los agricultores", señala a ELMUNDO.es la doctora Brenda Eskenazi, responsable de la investigación en zonas rurales, dirigida desde la Universidad de Berkeley.
Esta experta recuerda, no obstante, la importancia que tienen los vegetales y las frutas para llevar una dieta saludable, por lo que advierte de que estos resultados no deben interpretarse como una excusa para excluir estos alimentos de la dieta. "Es muy importante no limitar la dieta, especialmente en mujeres embarazadas. Pero hay que lavar las frutas y vegetales, incluso cuando tengan piel. Si es posible, con un cepillo".
El estudio de Eskenazi y sus colegas se ha centrado en áreas agrícolas de Salinas (California) y ha encontrado trazas de pesticidas algo superiores, aunque siempre en el mismo rango, a las obtenidas en Nueva York, en sendos estudios realizados por el Hospital Mount Sinai y la Escuela Mailman de Salud Pública.
En la primera investigación, se analizó la exposición prenatal a los pesticidas de 329 niños. A los cinco años, ya se observó un deterioro del desarrollo cognitivo asociado a estas sustancias: cuantas más trazas se registraron en la orina de la madre, peores resultados se obtenían como media. Ahora, el estudio recién publicado ha confirmado este mismo efecto a una edad en la que ya es mucho más visible, y más preocupante: los siete años.

Menos puntuación

Así, un aumento de 10 veces más organofosfatos detectados en la madre durante el embarazo se corresponde estadísticamente con una reducción de 5,5 puntos en las pruebas de inteligencia que miden el cociente intelectual a los siete años. Cuando se compara a los niños que estuvieron más expuestos a estas partículas con los que menos sufrieron dicha contaminación, los primeros arrojaban resultados de siete puntos por debajo, siempre como media.
En Nueva York, el estudio realizado desde la Escuela Mailman, que ha seguido a 256 niños también nacidos antes de la prohibición, ha encontrado déficits en la memoria y el cociente intelectual asociados a las trazas de organofosforados en el cordón umbilical. Los niños que estaban en el rango del 25% superior de exposición prenatal, presentan a los siete años una media de 5,5 puntos menos en los tests de memoria, y un resultado también inferior al normal, aunque menos significativo, en cuanto a la inteligencia general.
Por último, el Mount Sinai ha obtenido resultados similares en niños de seis a nueve años, a partir de pruebas de la escala Bayley, que mide el desarrollo cognitivo y psicomotor. Este estudio, además, ha podido determinar que este efecto nocivo afecta sólo a los niños cuyas madres eran genéticamente más susceptibles a los organofosfatados (porque les costaba más metabolizar sus compuestos perjudiciales). Este resultado confirmaría que la asociación estadística responde a la causa prevista: la exposición a los pesticidas.
Los autores también han destacado, además, la coincidencia entre los tres estudios: "Hay similitudes definitivas entre nuestros hallazgos, las cuales, consideradas en conjunto, obligan a una cuidadosa consideración [de los efectos del pesticida]", comenta la doctora Stephanie Engel, que ha dirigido la investigación del Mount Sinai.<<

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/04/20/neurociencia/1303313202.html

Un estudio sobre lombrices revela nuevas rutas del CO2 en ecosistemas terrestres

Dilucidar la verdadera función de la glándula productora de calcio de las lombrices de tierra sigue siendo un misterio para los científicos desde los tiempos de Darwin. Investigadores de la Universidad de Vigo, junto con científicos del Centre for Ecology and Hydrology y de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), han explorado la función respiratoria de esta glándula y han descubierto que “secuestra” el CO2 metabólico y el atmosférico.


Las lombrices de tierra (Lumbricus terrestris) desempeñan un papel crucial en el ciclo de nutrientes del suelo, por lo que toda investigación relativa a ellas permite obtener un mejor conocimiento del funcionamiento de los ecosistemas terrestres.
Un equipo de científicos de la Universidad de Vigo acaba de desvelar una nueva ruta del carbono. El estudio, que la revista Soil Biology and Biochemistry publica en su número de febrero, describe por primera vez una “captación” directa de CO2 ambiental por parte de un invertebrado terrestre.
Frente a las diferentes hipótesis sobre la función de la glándula calcífera, la investigadora María Jesús Iglesias Briones, primera autora del estudio, manifestó a SINC que “ésta no sólo es capaz de fijar el CO2 que se produce como resultado de las actividades metabólicas, sino también el que está presente en la atmósfera”.
La técnica que ha permitido el hallazgo se fundamente en isótopos estables de carbono (13C/12C), es decir, elementos químicos que poseen el mismo número de protones y distinto número de neutrones, y que, además, no se descomponen con el tiempo. Los resultados han demostrado que la tasa de fijación de carbono por parte de estos organismos es extremadamente alta (de unos pocos días).
La investigadora explica la importancia de definir la función de la glándula de las lombrices y concretar el origen de sus depósitos de carbonato cálcico: “Puede ser un aspecto clave para incluir en los modelos de ciclo del carbono global y de cambio climático, ya que desvela una nueva ruta del carbono en los ecosistemas terrestres”.
La potencialidad de los invertebrados terrestres
Para Iglesias Briones, el trabajo “abre futuros campos de investigación centrados en conocer si otros invertebrados terrestres son también capaces de fijar CO2 y en cuáles podrían ser las implicaciones de esta fijación de carbono para los procesos microbiológicos y el crecimiento de las plantas”.
Las acumulaciones de gránulos de carbonato cálcico que las lombrices de tierra han ido depositando en el suelo también han interesado a arqueólogos y estudiosos de la micro-morfología del suelo. Este trabajo podría “estimular el estudio de estas concreciones biogénicas y su uso potencial como registros de las concentraciones del CO2 en tiempos pasados”, avanzó a SINC la investigadora gallega.
Casi dos siglos después de que se empezara a estudiar esta glándula (en 1829), se siguen desconociendo las causas por las que un invertebrado terrestre que carece de estructuras minerales de protección (como esqueletos conchas protectoras) produce concreciones de carbonato cálcico; un mineral que los crustáceos producen y almacenan para reforzar o reparar su esqueleto.

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M. J. Iglesias Briones, N. J. Ostle, T. G. Piearce. “Stable isotopes reveal that the calciferous gland of earthworms is a CO2-fixing organ”, Soil Biology & Biochemistry 40 (2): 554-557, feb, 2007.
Fuente: SINC