Cuidados y Cultivo del Aloe Vera


El aloe es una planta que soporta bien el frío, pero no la humedad.

Por eso es importante cultivarla en un terreno con fácil drenaje, en maceta o directamente en el suelo. Si plantamos en maceta esta no debe ser demasiado grande, pues la raíces proliferarían en detrimento de las hojas, como referencia podemos tomar la longitud de la hoja de aloe dividida entre dos para calcular el diámetro de la maceta, es decir, si la hoja mide 30 cm, el tiesto debe tener 15 cm de diámetro. Es importante elegir una arena con un pH ligeramente ácido, pues los suelos demasiado alcalinos retrasan el crecimiento del aloe.

Si la planta está en el exterior es conveniente que reciba viento moderado para que su tallo se fortalezca, aunque hay que evitar que sus hojas se mojen demasiado por efecto de la lluvia o el riego, si esto ocurre es preciso secarlas para que no se pudran. Si es de interior lo mejor es que reciba luz intensa pero filtrada y que esté orientada al sur o al este.

El aloe prospera mejor cuando no sufre cambios bruscos de temperatura y esta oscila entre 20 y 25 ºC.

La mejor época para sembrar es la primavera, cuando el ciclo vital de la planta es más activo, si elegimos sembrar sobre suelo lo mejor es hacerlo en terrenos ligeramente inclinados o pequeños taludes, para que pueda drenar el exceso de agua que reciba de la lluvia o el riego.

Si plantamos en maceta hay que poner en el fondo del tiesto dos dedos de gravilla para asegurar el buen drenaje. La siembra debe hacerse a partir de acodos o clones, estos se extraen fácilmente de la planta madre, ya que el aloe posee raíces poco profundas y basta extraer el acodo de la tierra con ayuda de un cuchillo. Conviene dejar el acodo unos días antes de plantarlo en una maceta independiente, la extraordinaria capacidad de cicatrización del aloe lo mantendrá en buen estado hasta que sea trasplantado. Es importante que el clon que vamos a trasplantar tenga al menos 20 cm de longitud para que pueda prosperar con garantías. Conviene cambiar la maceta una vez al año y añadir algún fertilizante para que la planta tenga un ritmo de crecimiento óptimo. Tras el trasplante hay que regar el aloe abundantemente y dejarla en un lugar cálido para que las raíces se asienten con solidez. Una vez que alcance su estado adulto (a partir de los 3 años) sería suficiente con usar fertilizante una o dos veces al año.

El aloe debe regarse poco, aunque en profundidad. Al tratarse de una planta xerófila, si la tenemos en tierra no suele necesitar riego durante el invierno y en verano basta con regarla una vez al mes. Si el aloe está en maceta el riego varía según el mes del año, en invierno suele bastar una vez al mes, en primavera y otoño dos veces al mes y en verano una vez por semana. Para saber si necesita agua podemos hundir el dedo hasta el nudillo y si sentimos humedad en la yema del dedo es que la planta no requiere agua, si lo notamos seco necesita ser regada.

Es preferible usar agua de lluvia o filtrada, pues es común que el agua del grifo esté fluorada o tenga un alto contenido en cloro, lo que podría retrasar el crecimiento de la planta.

Si nuestro aloe no prospera adecuadamente conviene observar los siguientes síntomas:

-Si las hojas son demasiado delgadas y replegadas al interior la causa más probable es falta de riego, si la planta está en interior hay que considerar que las calefacciones resecan mucho el ambiente y quizá requiera un aporte de agua extra.

-Cuando las hojas tienden demasiado a la verticalidad es muy probable que los retoños (si existen) estén absorbiendo parte de los nutrientes que necesita la planta madre, con lo que habría que trasplantarlos. También puede deberse a que la planta recibe poca luz y habría que ponerla en un lugar más soleado.

-Cuando las hojas se doblan formando pliegues existen tres causas probables: exceso de agua, que la plante se encuentra en su fase de reposo, o bien que planta necesita una temporada en el exterior para ser expuesta al viento y que sus hojas se fortalezcan.

-Si el color de las hojas se oscurece lo más probable es que la causa sea el exceso de luz directa.

-Si aparecen manchas en las hojas es muy probable que sea a causa del flúor que contiene el agua del grifo, en ese caso habría que usar agua filtrada.

-Cuando el crecimiento de la planta es muy lento se puede deber a diversas causas: demasiados fertilizantes, agua y/o suelo muy alcalinos, demasiado riego, demasiados retoños junto a la planta madre, maceta demasiado grande o demasiado pequeña (recordar la fórmula de diámetro de la maceta=1/2 de longitud de las hojas).

-Si las hojas se despegan o pudren en la base puede deberse a un parásito (poco común) o al exceso de riego.

Pese a todo el aloe es una planta bastante resistente y con gran capacidad de adaptación, si cuidamos no excedernos con el riego, le proporcionamos una luz adecuada y una maceta de un tamaño idóneo, retiramos los retoños cuando sus hojas llegan a los 20 ó 25 cm, cambiamos la arena y la abonamos una vez al año, lo más probable es que prospere sin problemas y podamos usarla aprovechando todos sus principios activos. Es importante resaltar que para que estos sean realmente efectivos la planta debe tener al menos tres años.

Pedro Sánchez Torrente

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