Humus

Las tentativas para elaborar humus datan de la época de los romanos, pero no fue hasta 1761 cuando J. G. Wallerius relacionó este producto con la descomposición de la materia orgánica. Anteriormente se pensaba que las plantas podían derivar los alimentos directamente del humus pero en 1840, Justus von Liebig descubrió que las plantas pueden asimilar solamente los alimentos del suelo en forma inorgánica y que la comida de las plantas deben transformarse primero en sales minerales. Liebig creía que esto se debía a reacciones químicas propias de la tierra. Al cabo de 25 años se empezó a prestar atención al papel desarrollado por los microorganismos en la mineralización de alimentos para la formación del humus. Fue ya a principios del siglo XX cuando tuvieron lugar las investigaciones significativas que hoy día tenemos sobre el humus.
A finales del siglo XIX se analiza la posibilidad de la asimilación directa por el vegetal de las sustancias húmicas y la participación de éstas en la nutrición de las plantas. Thaer (1809) tomó esta idea y Grando (1872-73) también la compartía pero con una interpretación distinta.
Kravkov (1906, 19088, 1911) estableció el gran papel de los compuestos orgánicos solubles en agua de los restos vegetales en los procesos de formación del suelo, en particular en los fenómenos de lixiviación de elementos minerales de los suelos y en la formación de sustancias húmicas.Esta idea fue desarrollada por Kravkov y otros en años posteriores (Kravkov, 1938).
Un discípulo de Kravkov, Trusov (1914,1916), llegó a la conclusión de que como fuente de humus pueden servir distintas sustancias vegetales y los compuestos que se utilizan con facilidad por los microorganismos (celulosa, hemicelulosas, mono y disacáridos, ácidos orgánicos, y otros) son fuentes indirectas que participan en la formación de sustancias húmicas, atravesando el estadio de formación previa a plasma de microorganismos.
Otras sustancias vegetales más resistentes a la acción de los microorganismos (predominantemente de estructura aromática: lignina, taninos, aminoácidos de naturaleza aromática), son fuente directa de las materias húmicas. Trusov representa su transformación en sustancias húmicas, formulando la tesiss sobre los procesos de dirección opuesta, de descomposición-síntesis, que son la base de la formación del humus en conjunto. Estas ideas están ahora demostradas experimentalmente y sirven de fundamento de los conceptos actuales de la bioquímica del proceso de formación del humus.
Los trabajos de Williams sobre el humus del suelo (1897, 1902, 1914, 1939), hacían pensar que el cultivo de las hierbas vivaces era uno de los procedimientos principales para elevar la fertilidad del suelo, basando la utilidad de dicho procedimiento preferentemente en la formación de una estructura resistente al agua, que garantiza la creación de condiciones de régimen nutricional e hidro-aéreo óptimas para la planta.
Waksman en sus investigaciones (1926, 1927, 1929, 1930, 1931, 1932, 1933) llegó a la conclusión de que las sustancias de fácil descomposición (celulosa, hidratos de carbono simples y otros) juegan un papel insignificante en la formación del humus; la fuente principal de las sustancias húmicas son, en primer lugar,lignina de los tejidos vegetales y, en segundo, las proteinas resintetizadas en forma de plasma microbiano.
Después de la Segunda Guerra Mundial aparecen un gran número de obras sobre el estudio de las materias húmicas. La aplicación de nuevos métodos (químicos, análisis roetgenoestructural, microscopía electrónica, distintos tipos de cromatografía y espectroscopía) aumentan las posibilidades del estudio profundo de la naturaleza y estructura de estas materias.
La existencia de las sustancias húmicas como compuestos naturales se demuestra gracias a la posibilidad de extraer las sustancias húmicas de restos vegetales humificados en forma de soluciones acuosas y de suelos, mediante procedimientos suaves.
Así, se descubre la compleja estructura de las materias húmicas, en la que entran a formar parte moléculas constituidas por diversas unidades estructurales, entre las que destacan los compuestos aromáticos de caracter fenólico y compuestos nitrogenados, tanto cíclicos como alifáticos. Pero a pesar de esta diversidad, los distintos representantes de las sustancias húmicas conservan principios semejantes de estructura.
En los distintos suelos, las reservas de humus, la composición de las materias húmicas, y su naturaleza, son considerablemente distintas.
Mediante estudios comparativos se estableció que el proceso de formación del humus está determinado por el complejo de condiciones del medio suelo, y se concretó el papel de las sustancias húmicas en relación con cada uno de los suelos.
Continuando con el estudio de las materias húmicas de naturaleza individual, se vislumbró su participación en la nutrición vegetal, así como en la erosión de minerales y rocas, en la formación del podsol, y otros procesos.
También atrajeron la atención cuestiones relacionadas con el origen de las sustancias húmicas y el mecanismo de su formación llegando a la conclusión de que la formación de estas sutancias se debe a transformaciones complejas de los restos orgánicos inciales de origen animal y vegetal, y que tanto las sustancias vegetales aprovechadas en mayor o menor grado por los microorganismos, pueden ser fuentes originarias de unidades estructurales, de las cuales se forman las moléculas de las sustancias húmicas. Además como unidades estructurales pueden servir no sólo los productos de descomposición de los restos orgánicos, sino también los productos del metabolismo y síntesis de los microorganismos. El papel más importante en la condensación de las unidades estructurales pertenece a los fermentos oxidantes de origen microbiano.
En los últimos años se desarrolla intensamente el apartado referente a la participación de las sustancias orgánicas del suelo en los procesos fisiológicos y bioquímicos de la planta. Se ha establecido la posibilidad de ingreso de sustancias húmicas y de algunos compuestos orgánicos de naturaleza individual en la planta, donde se incorporan a los procesos de respiración y metabolismo, elevando el "tonus vital" del organismo vegetal. Esto último contribuye a intensificar el consumo de elementos nutritivos del suelo de los fertlizantes aportados y, en definitiva, asegura un mejor desarrollo de la planta. De este modo, creando con ayuda de la materia orgánica un fondo biológicamente activo, el hombre tiene la posibilidad de intervenir en el metabolismo de la planta, teniendo como fin la elevación de la productividad.
Aunque la crianza intensiva de lombrices de tierra o Lombricultura parece una actividad nueva, realmente es muy antigua, su historia se remonta a tiempos inmemoriales, la lombriz siempre fue asociada con la fertilidad de la tierra. En Egipto, donde se la deificó, se prohibía exportarla fuera del país bajo pena de muerte lo que demuestra su importancia en las economías primitivas. Aristóteles se refería a las lombrices como "los intestinos de la tierra" y Darwin elogió sus cualidades benéficas en el siglo XIX.Aparece también en notas asiáticas, indias y europeas. Quizás debido a que no habían problemas ecológicos o de químicos sintéticos, hasta hace pocos años no había habido continuidad en el uso de la lombriz de tierra, aunque siempre ha estado ligada a faenas del campo agropecuarias.
Si Charles Darwin no hubira escrito su libro sobre la Teoría de la Evolución, probablemente sería más conocido por sus 40 años de estudios sobre la lombriz de tierra, cuyos resultados los plasmó en su libro "La Obtención de la Tierra Vegetal por Acción de las Lombrices". Hay quienes sostienen algunas apariciones de la lombriz como alimento de indios americanos, si bien se asegura que por 1920 Thomas Barret fue el precursor de la explotación intensiva, en California; aunque por la misma época un suizo, Roth, las llevó de Europa hasta Sudamérica donde las utilizaba en labores agrícolas.
En la época actual, muchos países continúan utilizando técnicas obsoletas de crianza, siempre ligadas a usos del campo por medio del humus, reconociendo que es el mejor fertilizante orgánico que se conoce. La palabra "Lombricultura" nace como razón social de un grupo de investigadores en Sudamérica en la década de los 70, cuando aparecen nuevas técnicas de crianza y se comienza a extender su uso. Sin embargo, en Latinoamérica ya se conocían anglisismos que se posesionaban de esta actividad, como "vermicomposta" o "lombricomposta" en lugar de "humus", que es la denominación correcta.
En la segunda mitad de la década de los 80, se marca la mayor época expansiva de la lombricultura en Latinoamérica, quizás más acertadamente en Sudamérica: Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Argentina, Brasil, ven crecer criaderos de lombrices, aunque en casi todos los otros países, en menor escala, esta actividad también se daba. En Cuba la situación político-económica que impidió seguir importando fertilizantes químicos, coadyuvó al desarrollo de la lombricultura en gran escala gracias a los pasos iniciales dados por José Ramón Cuevas.
España, Italia, Australia, India, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá cuentan entre los países donde la lombricultura se mantenía y extendía con mayor interés.
El norteamericano Hugh Carter, es considerado por muchos como el primer gran criador de lombrices en la edad contemporánea. Hacia 1947 supo aplicar las técnicas modernas de cultivo, que con ligeras variantes, siguen vigente hoy día.
Toda esta historia tiene como elemento común el uso agropecuario de la lombriz, el encierro a labores campestres, en la mayor parte de ellos, sin variar el viejo sistema de crianza: "al aire libre".

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